martes, 6 de abril de 2010

Crítica: "Ciudad de vida y muerte"

Casi 7 meses después de obtener la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián se presenta en las carteleras españolas este drama bélico de Lu Chuan que recoge la ocupación de la ciudad china de Nanking por parte de los militares nipones en 1937. Un film rodado en blanco y negro que no deja indiferente al espectador, un asedio que muestra el lado más oscuro del ser humano.

Poco queda por descubrir dentro del cine de guerra. A lo largo del tiempo muchos directores han querido enseñar una parte triste de la historia bien desde un punto de vista heroico como desde una visión más cruda y posiblemente más real.

Por ello es habitual acercarse con escepticismo a películas de este tipo, sabiendo que poco o nada se puede aportar a lo ya dicho. Pero lo cierto es que aún hay margen para sorprenderse. "Ciudad de vida y muerte" es uno de esos casos. Un film capaz de mostrar un horrible relato desde detrás de la barrera, como el niño que mira a través del agujero con curiosidad y atención.

En sus más de dos horas de metraje y alternando personajes ficticios y reales, Lu Chuan cuenta con cierto rigor histórico un suceso que para muchos es desconocido y sin embargo se enmarca dentro de las mayores atrocidades que nuestro mundo moderno ha tenido que vivir. La ciudad china de Nanking se convirtió en un vertedero humano que sentenció a trescientas mil víctimas.

A través de la mirada de varios personajes la trama pasa del heroísmo y sufrimiento en la batalla al odio y desprecio de los vencedores sobre los vencidos. El director Lu Chuan, al que algunos ya han apodado como el "Spielberg chino", se adentra con astucia en las actitudes de ambos bandos.

Un francotirador, un militar nipón, un empresario chino, un nazi, una mujer humillada,.... una interpretación coral que ayuda a entender la situación moviendo el prisma a uno y otro lado de la verja. Algo que desde algunos medios chinos ya han criticado con dureza por su "comprensión" con el enemigo, por su benevolencia con ciertos actos japoneses.

Protagonizada por Ye Liu, la bella Yuanyuan Gao e Hideo Nakaizumi consiguen transmitir a través de sus gestos toda la rabia, dolor y desesperanza que pretende mostrar la película. Una fotografía fascinante es la guinda perfecta a un largometraje que no dejará a nadie indiferente.

Ojalá estos productos cinematográficos sirvan para recordarnos el por qué la guerra nunca es la solución.

José Daniel Díaz

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