domingo, 10 de noviembre de 2013

Crítica: "Stockholm"

Si algo me transmite "Stockholm" de Rodrigo Sorogoyen es ilusión. La ilusión de saber que con poco se puede hacer mucho, que una historia pequeña puede transmitir tanto o más que una superproducción, que las ganas y el positivismo pueden obrar milagros y que, por increíble que parezca, el talento puede ser suficiente para que crítica y público coincidan en reconocer el enorme mérito de todo el equipo.

El espectador cuando entra en una sala a ver una película no tiene en cuenta el presupuesto, los días de rodaje, el esfuerzo económico y personal del proyecto, los años de espera buscando financiación, etc. Y así debe ser. Valoras si te gusta o no la película y ya está. Pero en este caso es costoso e injusto obviar esta información porque hablamos de un film de 65.000 euros de presupuesto, de 13 días de rodaje, de un equipo al completo que ha cedido su sueldo para apoyar a la producción,... en fin, en definitiva de hacer un milagro.


Dicho esto, Rodrigo Sorogoyen dirige su primera película en solitario tras compartir tarea con Peris Romano en "8 citas". "Stockholm" cuenta, a través de la relación de un par de jóvenes que se conocen en una noche de fiesta, la historia del Jekill y Mr Hide que podemos tener cualquiera en nuestra vida diaria. Aunque es atemporal, es difícil no reconocerse en alguna de las actitudes de sus dos protagonistas, una pareja de la que, intencionadamente, no conocemos ni sus nombres ni su pasado.

Esa pareja la interpreta con maestría Aura Garrido y Javier Pereira. Dos actores cuya integración en el proyecto fue total y absoluta y así se demuestra en su maravilloso trabajo. Una apuesta que roza lo puramente teatral pero que, a la vez, transmite cine clásico. A través de sus actos descubrimos nuestras propias necesidades, las que nos incitan a tenerlo todo y tenerlo ya.

Premiada en el pasado Festival de Málaga con las Biznagas a mejor dirección, mejor actriz y mejor guión novel, su estreno en 15 salas este fin de semana sólo se puede considerar como éxito. Estos reconocimientos reflejan el calado de una película que mantiene el interés, evitando el cansancio evidente que podría provocar hora y media de conversación entre dos personas. El trabajo de guión, por tanto, es elogiable y plausible.

A partir de ahora, tendremos que acostumbrarnos a disfrutar de películas españolas realizadas con muy bajo presupuesto. En el cine, como en la sociedad en general, la clase media está desapareciendo. Pese a todas las dificultades es justo valorar el excelente producto calidad/precio que es "Stockholm". Bienvenidos a la ilusión!



José Daniel Díaz

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