sábado, 12 de julio de 2014

Crítica: "El amanecer del planeta de los simios"


El 18 de julio llegará a los cines españoles la segunda parte de la trilogía que precede a lo acontecido en "El planeta de los simios", película del año 1968 en la que Charlton Heston y su equipo de astronautas caían en un planeta dominado por simios. "El amanecer del planeta de los simios" de Matt Reeves mantiene las buenas sensaciones de su predecesora, "El origen del planeta de los simios", gracias a un solvente guión, una labor técnica perfecta y un mensaje extrapolable a cualquier época y localización.

Matt Reeves toma el relevo de Rupert Wyatt en la saga y el director de "Monstruoso" no sólo mantiene el fantástico inicio de la trilogía, sino que podríamos decir que en algunos momentos incluso la supera. La historia comienza con una breve introducción donde nos explican la catastrófica situación del planeta una vez se ha propagado el llamado "virus del simio". No son muchos los humanos que quedan con vida, mientras que César y el resto de monos siguen habitando los bosques.  

La primera hora y pico de película es impactante. El pacto de "no agresión" entre humanos y simios se mueve siempre al filo de la navaja. En ambos bandos hay rencor, miedo y sed de venganza. Para César (líder de los simios) y Malcolm (cabecilla de los humanos) contener a los componentes más rebeldes de su bando es difícil. El enfrentamiento entre la desconfianza y la serenidad, entre el odio y la buena convivencia y, en definitiva, entre el bien y el mal, se plantea con inteligencia en la película.


A veces la buena voluntad no es suficiente para mantener la paz. Es un mensaje evidente en este título, que te hace recapacitar y valorar hasta qué punto una oveja negra puede desestabilizar a toda la manada. El resentimiento de los simios hacia los humanos es peligroso, no es fácil olvidar el dolor. Aplicado a la realidad, ¿cuántas naciones se habrán enfrentado por no saber olvidar o dejar a un lado las diferencias? Da igual si son monos y humanos, extraterrestres y astronautas o, simplemente, personas de diferentes regiones: Un detalle puede desencadenar una catástrofe.

Ese dilema moral que impregna toda la proyección es tremendamente potente. Se agradece que títulos destinados al público palomitero sean capaces de alcanzar un profundo trasfondo interior que llegue incluso a eclipsar la brillante forma en que se plantea. No dudéis que sus efectos visuales son fantásticos, superiores a los de "El origen del planeta de los simios".

El ya mítico Andy Serkis repite como César mientras que Jason Clarke y Gary Oldman interpretan a Malcolm y Dreyfuss respectivamente. Todos definen con precisión unos personajes en estado límite, al borde del bloqueo. No es frecuente que los actores tengan que desarrollar tantos sentimientos enfrentados en una película de estas características donde lo correcto y lo incorrecto suele estar muy bien remarcado. Aquí no. Como sabéis nada es blanco o negro, los grises son abundantes.

Este verano ya tenéis una cita obligada con el cine. Repasar "El origen del planeta de los simios" y atreveros con esta nueva entrega porque no os decepcionará. Cuando todos los componentes funcionan, la película funciona. Matt Reeves ha sabido encajar las piezas para crear un título que irá creciendo con el paso del tiempo. Ya lo veréis.



José Daniel Díaz

viernes, 4 de julio de 2014

Crítica: "Open Windows"


Ya sólo existen tres tipos de financiación en España: Televisiones dispuestas a apostar por un producto, co-producción con otros países o crowdfounding. "Open Windows", como podéis imaginar por su título y reparto, es una co-producción con Estados Unidos escrito y dirigido por el español Nacho Vigalondo. Pese a su original apuesta y su novedosa dirección, este enredo "hackeriano" se queda en una buena idea y un fallido desarrollo.

El irregular recorrido de Nacho Vigalondo nos trae un nuevo episodio en "Open Windows". Su magnífico inicio con la sorprendente "Los cronocrímenes" recibió un duro revés con la olvidable "Extraterrestre". Su nuevo trabajo, interpretado por Elijah Wood y Sasha Grey, insiste en sus giros, regiros y sorpresas finales tal y como llevamos descubriendo a lo largo de su filmografía.

Negar la creatividad y originalidad de Nacho Vigalondo sería de una gran injusticia. Se caracteriza por sus buenas ideas, su genuina puesta en escena y por situar a sus personajes en situaciones límite. En esta película no traiciona esas virtudes y vuelve a lanzarse por un producto sorprendente, incluso desde el punto de vista de la dirección con pantallas divididas, planos subjetivos y mucha cámara en mano.

Elijah Wood es Nick, un joven fan de la actriz del momento, la bella Jill Goddard, interpretada por Sasha Grey. A través de un concurso ha ganado una cena con ella y se encuentra en su hotel siguiendo la gala previa a ese encuentro. Todo se tuerce cuando un desconocido se cuela en su ordenador, le informa  que esa cena no se va a celebrar y empieza un extraño juego de espías a través de cámaras de seguridad, hackeo de ordenadores y venganzas informáticas.


La sensación que transmiten sus intérpretes es que no entienden nada de lo que están haciendo. Tanto Elijah como Sasha están despistados, jugando con unos personajes que les deben parecer del todo incomprensibles. El actor conocido por su papel de Frodo Bolsón en "El señor de los anillos" salva con tablas el trabajo encomendado pero la ex-actriz porno vive un auténtico "marrón" interpretativo. Yo le preguntaría a Sasha Grey de qué va la película porque dudo que lo sepa.

Por tanto, nos encontramos ante un thriller de intriga, sorprendente en su idea original y en su envoltura, pero carente de un fondo que enganche. Además hay que decir que en esta ocasión las vueltas de tuerca que da el guión en la última fase de la película están muy forzadas adoleciendo de todo tipo de sentido. Habrá que seguir intentándolo.



José Daniel Díaz

Fila EFE