lunes, 25 de diciembre de 2017

Crítica: "El sacrificio de un ciervo sagrado"

En el marco del pasado Festival de cine de Sitges, se presentó a concurso "El Sacrificio de un Ciervo Sagrado" del director de origen griego Yorgos Lanthimos ("Canino", "Langosta"). Un film donde vuelve a lo más alto con el premio al mejor guión en Cannes y posteriormente el premio de la crítica en este Festival de Sitges.


Yorgos Lanthimos se hizo mundialmente conocido al llevarse el premio Un Certain Regard por "Canino" en 2009 y posteriormente el premio del jurado con "Langosta" en 2015. Un director que se caracteriza por un cine muy particular no apto para todos los paladares.


En este largometraje, Steven (Colin Farrell) es un reputado cirujano casado con Anna (Nicole Kidman), una importante oftalmóloga. Viven con sus dos hijos Kim (Raffey Cassidy) y Bob (Sunny Suljic). Tienen una buena vida y a priori no les falta de nada. Steven entabla amistad con Martin (Barry Keoghan), un chico de 16 años huérfano de padre, a quién decide apadrinar y proteger.

La relación con Steven, se irá complicando hasta convertirse en un drama asfixiante y perturbador, con la venganza como trasfondo, que le da a la película un toque muy Hitchcokiano, e incluso Kubrikiano, con un uso del sonido y de una banda sonora exquisita que provocará un desasosiego nada agradable.


El director traslada la tragedia griega del Rey Agamenón, quien mató a un ciervo en los bosques sagrados de Atenea como sacrificio para calmar la ira de la Diosa, a este film con toques sobrenaturales, donde la ira y el rencor toman forma de persona y provocan la decadencia en una familia perfectamente estructurada.

El film generó opiniones muy contrapuestas y dispares en el Auditori en Sitges, lo que me reafirma todavía más en la impresionante obra que nos presenta Lanthimos, siguiendo la estela de sus últimos films.

Mi puntuación: 7/10

David Sanmartí
@ddsanmarti

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